Lo primero que tenemos que saber, es que todo artista escénico experimenta miedo y nerviosismo minutos previos al acto, y que ese miedo hasta cierto punto es normal. Se vuelve un verdadero problema cuando la mente exagera un panorama negativo y el miedo crece, produciendo ansiedad, tensión muscular, sudoración en exceso, disfonías, temblores, rigidez articular, con lo que es más fácil que se comentan errores y sea reflejada la inseguridad al público. El miedo es casi siempre a hacer el ridículo, a ser reprobado, y a equivocarse.
Sucede que el “ego” y el “perfeccionismo” pudieran estar detrás de este miedo. ¿Por qué? Según Emma Back, cantante y violinista de Gypsy-French-Folk-Pop, no debes combatir al miedo, porque este crece, si no más bien, aprender a recibir la atención del público, pues el miedo escénico es una simple consecuencia de esta atención, o una necesidad de demostrar que se está a la altura (aquí entra el ego), en cambio, al confiar en el regalo que ofrecemos con nuestra música y nos permitimos centrar nuestra atención en el público, el miedo escénico literalmente desaparece. Lo que ocurre cuando intentamos luchar contra el miedo, o superarlo fingiendo que no existe, es que el público siente nuestra agresividad o impostura, y perdemos su atención, Para dominar estas emociones tenemos que dejar ir nuestra necesidad de sorprender, complacer, convencer, y de ser fantásticos (aquí entra el perfeccionismo). Somos fantásticos tal como somos. Cuando creemos en esto y estamos abiertos a “recibir”, atraeremos a los fans que realmente aman y aprecian exactamente lo que les ofrecemos.
Consejos para lidiar con el miedo escenico
Si el miedo escénico ha producido síntomas graves, como ansiedad frecuente, gastritis no controlada, o dolores musculares severos, te recomiendo acudas a un psicoterapeuta para que te brinde herramientas efectivas y traten juntos el problema de raíz, nunca es tarde para reconciliarte con tu instrumento.