No existe un sólo camino para recuperarse de la distonía focal. Cada viaje es personal y de allí la riqueza de seguir estudiando el por qué los músicos se siguen enfermando.

Raul Funes

Mi nombre es Raúl Funes, tengo distonía focal y este es mi testimonio.

Los síntomas de la distonía aparecieron en el 2004 en la mano derecha, para ese entonces había estudiado 12 años batería. Estudié con Tino Contreras, por lo cual ya tenía un buen nivel y técnica en el instrumento. Fui con ortopedistas, los cuales juraron saber que padecimiento era.

Yo, en esa época, no sabía lo que era una enfermedad crónica, me había acostumbrado a ir al doctor por mi pastilla, días de descanso y nuevamente estar sano. Alguna vez conté la cantidad de profesionales de la salud que visité y eran como 12. Se me inyectó de todo, me brindaron diferentes pastillas y me operaron. Nada funcionó.

Todos los días estudié flauta en ese periodo; pues nunca supe vivir sin música, y terminé una carrera, lo cual provocó que me profesionalizara en el instrumento. De pronto mi trabajo era tocar más en cafés, en la calle, dar clases, que mi otra profesión.

Pasados los años, en el 2012 volvió la pesadilla en la mano derecha pero ahora en los dedos. La enfermedad sin nombre. Volví a ir a médicos por el apoyo de una pareja, pero yo sabía que no tenía cura. Sólo fui a quitarme de dudas de la primera primera experiencia: «Los doctores no son, ni más ni menos, que un médico brujo». Uno me diagnosticó hiperlaxitud ligamentaria. Era cierto, pero no era la enfermedad ni el motivo por el cual no podía tocar. Después, cotejando con otros pacientes suyos, me di cuenta que era su diagnóstico para todos; por lo tanto, su punto de partidad para tratar hasta el mal de ojo.

Esa vez desapareció por una masajista muy conocida en el medio como Paty. Fue una señora que ha sacado a muchos músicos a partir de la experiencia. Yo fui un caso. Además de buscar en google así: «enfermedades que pueden sufrir los músicos». De todas las opciones vi que la distonia focal era lo más parecido a lo que padecía.

Después volvió el padecimiento, pero en la otra mano. Se me hacía muy extraño, pues yo soy zurdo y supuse que nunca me iba a pasar en mi extremidad más fuerte. Esta vez, las terapias con Paty no ayudaron en algo, además que ella tuvo problemas y no podía verme con regularidad. Así que, busqué en internet, y me encontré con Sandra.

A Sandra se le ocurrió un plan que abarcó las terapias fisiológicas, talleres de conciencia corporal y psicoterapia. Se pensó por seis meses y duró casi un año. En estos talleres se mejoró la postura con el instrumento y sin el instrumento.

Cada taller y terapia física funcionaron de una u otra manera. No recuerdo bien cada uno de ellos, pero estas son mis reflexiones a partir de esto:

A) La buena o mala técnica es algo relativo. Los maestros y las escuelas siempre priorizarán cual es el mejor camino para sonar bien. Nuestro cuerpo no es tan importante. Obvio dirán lo negarán, pero la experiencia dice lo contrario, pues dudo que Robert Schumann tuviese una técnica deficiente o que Keith Emerson se hiciera famoso tocando chueco. Creo qaue todos los instrumentistas conocemos o hemos visto a alguien que ejecuta impresionante y no goza de la mejor técnica.

B) La música es una experiencia propia. El mejor camino que yo he encontrado es buscar el equilibrio del cuerpo. Tomando en cuenta que no todos los cuerpos son idénticos, creo que lo mejor es buscar el método con el cual cada quien se sienta cómodo en cada escala, ejercicio, pieza y gesto musical que realizan. Reflexionar que están haciendo cada parte y sentir si las piernas, brazos, respiración, están funcionando de manera agradable.

C) La música es un lenguaje. Esa parte es una de las que más me costó trabajo. Algún maestro me enseñó que en occidente tenemos una forma obsesa de afrontar todo: «Si alguien está estudiando debe tener decenas de libros en la mesa, por ejemplo». A diferencia de Oriente, donde consideran la relajación una parte de estar concentrado. Esto fue muy importante para salir del problema, pues vi que en mi enfoque fue erróneo cada día que estuviaba. Es bien importante hacer horas efectivas todos los días.

D) Auto-masajes. ¡Benditos auto-masajes! Fue lo mejor que he conocido. Hasta la fecha los uso para salir de problemas. Me brindaron la consciencia de ser responsable de mi salud.

Debo abordar este asunto nada cómodo, pero creo es mi obligación y la de las personas que estén en un camino crítico sobre el tratamiento de la distonia: ¿Esté problema tiene algo que ver con problemas psicológicos? Sí, tiene algo que ver. Es cierto que el estado de ánimo puede afectar al padecimiento y no dudo que lo provocara en algunos casos. Sólo que las psicoterapias fueron lo único malo de estos talleres.

Sentí lo que viví con todos los profesionales de la salud que visité. Traen sus propias ideas y quieren que uno lo asimile como tal. No creo que lo hagan de una forma mal intencionada, pues tampoco creo que únicamente el dinero fuera el motivo del cual me llevaron a quirófano hace tantos años. Pero si hubo ideas que perjudicaban la recuperación.

Recuerdo que durante muchas semanas nos dijeron que ya no queríamos tocar realmente, pues el oficio como músico es pesado; hay que ir a ensayo, estudiar horas en casa, dar clases e ir al hueso. Y muchos lo comenzaron a creer. Un día yo les puse esta situación:

-¿Alguna vez fueron a tocar enfermos? Obvio no de distonia, ¿pero igual de gripe o del estomago?

La respuesta fue increible. Todos me dijeron que fue como romper una barrera, como ganar a pesar del dolor. A lo cual les pregunté: -¿Cuál dolor o pesar les causa música? Es una profesión pesada, pero hasta los momentos malos se disfrutan.

Tambien vi que querían definirnos como obsesos del control pues nunca vi que lo demostraran en mi caso o con cualquier otro paciente. Sólo mostraron algunos rasgos. Y aún así, aunque tuvieramos un problema con el control, no veía de qué manera contribuía a empeorar la distonía.

Y bueno… podría hacer un texto mucho más largo demostrando que no funcionaron los talleres y las terapias psicológicas. Pero creo que no es necesario poner más ejemplos o casos particulares que demuestren que no funcionó; pues tendría que escribir nombres y casos muy puntuales. Creo que será responsabilidad de Casa Senit y de las psicoterapeutas hacer reflexión de lo que se vivió en este proceso, o tirarlo en bolsillo roto y creer que mejoran la condición del distónico con los mismos métodos que tratarían a un histeríco, a un obsesivo compulsivo o a un depresivo (por poner un ejemplo, pues nunca supe bien a bien cual fue su método).

Es una enfermedad muy extraña, poco estudiada, y que necesita personas dispuestas a hacer las cosas diferentes. Hay que tomar en cuenta que los que padecemos esta enfermedad debemos pensar en nuestro qué hacer musical todo el tiempo.

En conclusión.

Estoy infinitamente agradecido con Sandra Romo pues fue ella quién logró que me recuperara a partir de sus enseñanzas, sus talleres y terapias. Cuando ella me trató en realidad sólo vimos lo concerniente a la flauta; pero a partir de lo que aprendí logro avanzar con mi recuperación de mi mano derecha para ejecutar la batería.

Es un problema que viene desde la cabeza. No sé de qué manera, no sé cuáles sean los motivos que provoquen que una forma de pensar o de sentir pueda lograr que el movimiento del cuerpo se altere. Lo que sí es que no tiene que ver el entorno familiar, las filias, fobias, obsesiones o miedos. Pues el resolver esos puntos pueden lograr una vida más plena en el existir de cualquier persona; pero no ayuda ni aporta al tratamiento de la distonía. Todos los resultados que yo vi fueron sobre el instrumento. El lograr una mente más musical y menos competitiva me hicieron recuperarme lo suficiente para continuar con mi oficio.