Sandra Romo

Miércoles, 5 de julio de 2017

El dolor es una experiencia sensorial desagradable, y por lo mismo no solemos relacionarlo con la interpretación musical, probablemente porque tocar un instrumento resulta ser liberador, satisfactorio y hasta terapéutico, pero los estudios estadísticos advierten sobre la alta frecuencia de dolor en músicos, al ocupar el segundo lugar, después de los operadores de computadora, en padecer afecciones músculo –esqueléticas, donde el dolor es el principal síntoma.

Los músicos disfrutan haciendo música y por lo tanto cualquier problema que surja relacionado con ello, lo perciben simplemente como desafíos propios de su ocupación. Pero, ¿hasta qué punto el dolor es admisible?. Muchos músicos manifiestan temor e incluso rechazo a las cuestiones relacionadas con las lesiones, tal vez como resultado de una asociación (inconsciente), de que la causa del dolor es por tener una mala técnica. La prioridad siempre será lade crear el mejor sonido posible y muchas veces pasan por alto que más allá de la técnica, su principal instrumento es su cuerpo, sosteniendo hábitos que, aunque ingenuos, pueden resultar potencialmente dañinos, como la falta de ejercicio o descuidar la hidratación durante ensayos o presentaciones. A lo largo de la historia se han ido creando y modificando técnicas musicales, y la mayoría surgieron sin bases biomecánicas sólidas. Además las técnicas difieren entre sí, según el país, el instrumento, el género musical, ¡vaya, de maestro a maestro!. Por lo que resulta injusto encasillar la lesión únicamente a técnicas deficientes. Y tal vez sea por ello, que existe la cultura del silencio, donde se cree que tocar con dolor es parte del Ser Músico, o donde si hablo de mi padecimiento me juzgarán de ser un mal músico o de que tengo una mala técnica.

Por otro lado, nos encontramos con profesionistas de la salud que poco o nada saben del modus vivendis de los músicos. Por mencionar algunos ejemplos, asocian que tocar un instrumento es un hobbie y es típico que indiquen como tratamiento “dedícate a otra cosa” o ante una tendinitis “no toques por 6 meses” cuando el tiempo de reposo adecuado es de 2 a 3 semanas, o sobre-diagnostican el síndrome del túnel del carpo o los operan de supuestos atrapamientos nerviosos cuando el padecimiento (oculto para ellos) es de distonia focal, y muchas otras historias de terror. Pese a que la Medicina de las Artes Interpretativas ya es una rama de la Medicina, en México y en el mundo aún falta mucho camino por conocer y recorrer.

En música se le dice “interpretación”, en kinesiología “gestualidad musical”. El hecho es que la interpretación es corporal, donde el orquestador es el Sistema Nervioso Central. Sin querer sonar ofensiva al usar este término, encuentro a la gran mayoría de los músicos como “descorporalizados”; y ¿cómo no? Si cuando uno estudia o interpreta, se funde haciéndose “uno”en completa concentración con la música. Por lo mismo, es necesaria mayor inversión en dedicarle tiempo al cuerpo para prevenir el dolor o mejorar la capacidad de manejar el tono muscular o la tensión. Normalmente lo hacen hasta que su capacidad se ve amenazada debido a lesiones ya instaladas y raramente se asocia a un mejoramiento en su utilización corporal y por lo tanto en la interpretación.

Rompamos esta cultura del silencio, y fomentemos el cuidado al cuerpo. Recomiendo tomar talleres o clases ideales para músicos que mejoran la consciencia corporal, como lo son el método de Cadenas Musculares y Articulares GDS, la técnica Alexander y el método Feldenkrais, así como Yoga, Tai Chi y Chi Kung. Invertir en el cuerpo dará como resultado mayor bienestar físico y mental. En conclusión, tocar un instrumento JAMÁS debe ser doloroso.